lunes, 18 de marzo de 2013

"La vida es una barca" - Calderón de la Mierda


Pirómana


A las femmes fatales. 



Decir tu nombre es invocar al Demonio
Es morder los labios de la muerte
Reconozco que me lo advertiste
debí haber corrido mientras pude
 Ahora creo en brujería
y en Dios, y en la suerte

Me arruinaste para siempre
Nadie amará estos huesos roídos,
estos latidos de polvo que no contemplan
latidos ajenos, ni palabras sinceras
Las cosas de este mundo son pasajeras
Buenas y malas, todas son la misma
Eso debo agradecerte,
ser definitiva

Para borrar tu paso de fuego
bastó con incendiarlo todo,
pero me ha temblado la mano
al separar tu oreja de mi pecho

Yo, el que hizo carrera de sobrevivir
Cual animal de circo, etéreo y confundido,
mantuve presto el colmillo y un pié en el camino
No habré sido el más grande, ni el último, ni el primero
ni el que más te haya querido siquiera
pero será mi recuerdo el que te acompañará siempre

Viviré en cada vuelta de tu cadera
y te soplaré el último aliento
como un secreto, ése que escogiste
ignorar toda una vida, lo llevarás hacia la otra
No me des las gracias
así soy yo de bueno, y sin embargo,
sabiendo que el infierno queda entre tus brazos,
no dudaré en arder cuando me muera

lunes, 14 de enero de 2013

Llámame muerte

Entonces regresé a mi casa con la lengua seca y las pupilas dilatadas, realmente había calor, pero me puse una bufanda y me quedé en calzoncillos. Mi cama me pareció demasiado íntima,  tengo que comprar otra y prenderle fuego a ésta. Quisiera tener una cama solo mía, ¿me entendés? No dejar que nadie se suba o siquiera la toque jamás. Por ahora duermo cada noche con un revoltijo de vibras y emociones de tiempos que nunca volverán  -aprovecho, mi amor, para decirte que no sé dónde estés, pero éste no es mi lugar-. Salí a fumarme los restos de la cajetilla encendiendo cada cigarro con el anterior.  Me senté debajo del ciprés en el jardín y sin percatarme me encaramé en la primera rama, sentado allí como niño en un columpio, con la paciencia de los viejos en los parques. A media cajetilla los cigarros me dieron asco, así que me recosté. Cerré los ojos y el viento a esos escasos dos metros de altura me chiflaba cuentos que no tuve la sensibilidad para comprender. Me quité la bufanda y la amarré a la rama, así pude recostar el cachete sin que la corteza me raspara. No sé si habré dormido o no, si habrá sido mucho o acaso poco, pero las primeras luces del día me alcanzaron allí encaramado, en calzoncillos. Yo amanecí con la certeza de que había una ardilla molesta en algún lado del árbol y que en un momento de la noche bajó y tuvimos una discusión, pero yo no me moví. Nunca me imaginé tener que explicarle a una ardilla que el concepto de propiedad privada es una mentira capitalista.

Domingo entonces. Dentro de la casa sólo hay colillas de cigarros colmando los ceniceros y un huevo roto desde hace dos días en el piso de la cocina. El cuerpo ya no me pide nada, ni desayuno, ni agua, ni siquiera más guaro. Mierda, quisiera al menos que algo me doliera, pero es como si mi vida estuviera en blanco. Si las cosas tienen alma, esta casa se va ir al infierno junto conmigo. Esto también es chistoso, ahora que lo pienso, que el cielo sea un lugar de máximo placer y el infierno uno de máximo dolor. Porque esa idea es nada más un vestigio de nuestra moral animal: aproximarse al placer y huir del dolor. Realmente es una expresión del afán de la existencia, cuando  probablemente el cielo sea no existir, no aproximarse, ni huir. El nirvana debe ser no haber existido jamás. “Qué rico”, pensé y sonreí al llegar a esa conclusión, mis ideas fluyeron como si me hubieran levantado un velo y recordé que aún me quedaba algo de coca en la bolsa del pantalón. Ya iba, lamiéndome los bigotes en anticipación, cuando sonó el teléfono.

Tengo dos teléfonos. Me dan pánico, horror, te lo juro. Me dan ataques de ansiedad cuando los escucho, sudo frío y quisiera correr lejos, donde nadie me pueda alcanzar. Hace años tuve el privilegio de manejar cierta información para unos clientes, me llamaban terceras personas con amenazas y lo que yo sabía era la sincera intención de ahuevarme. Lo lograron, de hecho, tan bien, que me tomé unas vacaciones. Pero no es por eso que le temo al teléfono, ni porque me llaman clientes insatisfechos para cobrarme sus errores, o gente idiota que no conozco para hacerme preguntas cuyas respuestas no están capacitados para asimilar. No, no es por eso. Tampoco porque me llame mi ex novia para saludarme y hacerme sentir culpable, o mi madre – a quien nunca, nunca, contesto- con la mismísima estrategia. Coño, el colmo fue que me llamara esta semana un viejo enemigo, un tipo que me pegó una estafada muy grande, a la que yo correspondí como mejor pude; pues me llamó para saludarme y darme a entender que me extrañaba. Como es eso que el tiempo tuerce todo tanto que queda irreconocible. Realmente le temo al teléfono porque no tolero las malas noticias, mi estado nervioso es como un castillo de naipes. Ahora hay cientos de cartas en el suelo y no sé por dónde empezarlas a recoger.

La voz del otro lado era muy familiar:  

 - Me voy a morir.- Dijo, sin miramientos.

- Todos nos vamos a morir.- Contesté, navegando con bandera de pendejo. Pero sinceramente, estaba esperando ese mensaje. Saltaron a mi mente los momentos, todo lo aprendido, el amor y demás bienes intangibles que en este momento me resultan tan inaccesibles. Recordé que  me enseñó y me hizo creer que hay más en la vida de lo que te pone mal, me obligó a dejar abierta siempre una ventana para la posibilidad de ser feliz. Entonces sentí culpa, por andar siempre subido en los árboles y postes, por ser el barrilete al que se le rompió la pita. Por ser siempre un fantasma en la vida de la gente. Realmente me sorprende mi capacidad para sentirme culpable, yo hubiera sido un excelente cristiano si tan solo creyera en algo y pudiera ver más allá de mi nariz.

- Pero yo me voy a morir ya, tengo cáncer  en todo el pecho y los doctores dicen que ya echó raiz.- Me dijo, sabiendo que yo necesitaba escucharlo para bajar la guardia y  callar el sarcasmo. No importa cuántas veces he oído ese mismo discurso, no me logro acostumbrar. La gente ahora nace, crece, se reproduce y le da cáncer. Supongo que es la manera moderna, con todo esto que le hacemos al planeta, con el cáncer que significamos para la tierra. Es como si dios hubiese cambiado la vieja fórmula: Polvo eres y en polvo te convertirás. Ahora es: Cáncer eres y en cáncer te convertirás.

- Quiero verte. Para despedirme.- Su voz se quebró, algo por dentro de mí también. –Ok, voy para allá. Te quiero. – Fue lo que alcancé a balbucear, y terminé la conversación antes de decir algo estúpido y esperando que no fuese la última vez que habláramos. El problema es que ahora debo regresar, el diablo es puerco y el lecho de muerte queda  junto al manicomio del que tardé dieciséis años en lograrme escapar. Dejé una parte de mí allí encerrada, lo admito, en un campo de concentración maldito el cual evito a toda costa por el miedo de que me vuelvan a encerrar completo. Juré nunca volver. En este momento, cómo es la vida, me toca volver a la fuerza. Supongo que no hay otra manera de hacerme pasar por allí.

Colgué el teléfono con lágrimas en los ojos y mocos en la nariz. Ahora ya me duele algo, y la vida no está en blanco. Recuerdo a mi psiquiatra diciendo que las enfermedades siempre tienen una causa psicosomática, para ese tipo todo mal empieza con una idea torcida. Realmente es una dicha que las ideas puedan ser enderezadas. A veces me pregunto si ese viejo vivirá para siempre, y es que si tiene razón, probablemente.  Yo no quisiera vivir para siempre, aunque tampoco morir de cáncer. No lo puedo explicar. Pero creo que el problema con esta existencia es que nos aferramos tanto a ella, como si nos perteneciera. Por eso las despedidas son unas de esas situaciones que suelo evitar, no logro lidiar con esa idea todavía,  simplemente no contesto el teléfono. Soy un cínico que carece de plan, por eso temo que sea yo el que algún día deba hacer ese tipo de llamada y nadie me conteste. Por ahora, ¿qué más  puedo decir que “lo siento”? Si corresponde, te lo regalo, este pedacito de mi culpa ahora es tuyo, ojalá te lo pudieras llevar allá donde vas. Aunque ya sé que nada es de nadie en este mundo en el que vivimos entre el cielo y el infierno. No sabemos dónde queda la tierra, pero siempre tengo una ventana abierta y eso se lo debo  alguien de quien debo despedirme y sabrá dios que no quisiera. Y te digo una cosa, nunca imaginé tener que explicarme a mí mismo que el concepto de propiedad privada es una mentira capitalista. Da igual, pronto todos vamos a volar.

jueves, 3 de enero de 2013

0 ES 3


Estaba sentado, tronándome los huesos uno por uno, a punto de levantar mis motetes –que ya estaban preparados dentro de mi cuarto  – para irme y quizás nunca volver, nunca, nunca volver. Hay veces que las ganas de regresar no bastan, son como las palabras que ahora se me escapan, son cucarachas cuando abro una gaveta.

Sucede que cuando llegué pude ver un rótulo que leía: “0 ES 3”. “Vaya, qué originales”, fue lo que pensé sarcásticamente para mis adentros, acostumbrado a despreciar conceptos, incluso antes de asimilarlos debidamente. Pero las cosas de esta vida no son más de lo que hacemos con ellas, la serie de impresiones e interpretaciones que constituyen nuestra existencia deben dilapidarse todo el tiempo, son derechos civiles, hay que abusarlos para no perderlos, y para empujarlos cada día más lejos hay que ser verdaderamente malcriado.

Acostumbrado a correr hasta entonces, me encontré encariñado a la arena que el día anterior daba vueltas en un caleidoscopio, antes todavía guardaba huevos de tortuga y antes aún que eso, trató de matarme alejándose cada vez más mientras el agua me chupaba hacia el misterio negro y frío que esconde en sus tripas. Ahora que ya los perdoné a todos, no me puede importar menos. En uno de esos pósters cursis leí que sólo el espíritu en paz es capaz de contemplar la belleza verdadera. No estoy tan seguro, pero creo que puedo hablar de un pesimismo resignado, una actitud emparejada, así como la del borracho que jala.

Entonces le di vueltas al 0 es 3 y encontré verdades propias, me demostró matemáticamente que nada es todo y que todo es nada. El tiempo es como luz sellada en el interior de una esfera de espejos…  entonces comprendí: Irse es quedarse y volver al mismo tiempo. Un acto que iguala a 3 actos que se cancelan al contradecirse, y que, por lo mismo, igualan a 0. Clavé mi chancleta firme sobre la arena y levanté todas mis mierdas.




martes, 25 de diciembre de 2012

IRSE DE HOCICO, PROTEGERSE Y SONREIR


Es que irse de hocico es tan rico, pero la levantada son otros 100 pesos. Aparentemente, nuestra neurosis nos llevará una y otra vez a conocer a la misma persona, de allí la aflicción común de los despechados: “tod@s son iguales”. Es solo que seguimos jugando el mismo juego en los mismos escenarios. Yo digo que hay que seguir la chingadera, por eso estoy tratando de armar en estas páginas un gran paracaídas profiláctico que podamos aprender a usar. Tratar de darle sentido al mundo juntando palabritas es una mala costumbre, pero peor es sacar la lengua y montarse a la vida como a una montaña rusa que está a punto de desplomarse. Lo que sí es cierto es que hay que cagarse de la risa un poco, esto no es un código de ética ni un manual de aikido. Digamos que entre otras cosas, esto es un sextape generacional, una foto grupal de ex-alumnos de la Escuela de Sodomitas Ortodoxos.

La última vez que escribí sobre esto, alguna gente me eliminó del Face Book y hasta recibí mi primera carta de odio. Supongo que a todos nos gusta serlo pero a ninguno que se lo canten. Diré simplemente, que estaba atravesando un duelo, en la perra fase de la culpa, al terminar con alguien con quien nos gustábamos mucho. Las cosas que tratamos de controlar nos terminan controlando. Lo que me llevó a este experimento fue la noción de que todos juegan a la vida dura y nadie sabe qué va a pasar. Cuidado con la gente que se siente peligrosa sin darse cuenta que sólo está siendo vulgar. Diplomacia para bailarles, empatía para convivir y buen gusto para robarles; sólo así se puede seguir chingando sin agachar la mirada. Digamos que desde ahora constituyo esta guerrilla sexual, la disidencia, le resistance. Espero que juntos podamos tomar un par de rehenes y tirarnos algunos secuestros, sin tortura claro, con feelin΄ pa΄ convertirlos es la onda. No digo que todo debería ser de todos, eso ya es una realidad, pero hay que ponerse vivos cuando de apropiarse de los medios de producción se trata. Hay quienes paran vendiendo la patria, pero el amor guerrilla es patria o muerte, todos o ninguno.

Esta es la introducción a la Guía Práctica Para Sobrevivir al Amor en el Siglo XXI, la cual espero podamos escribir juntos, la anterior entrega fue sólo la forma en que maté a mis propios chamucos sacándolos a la luz, un exorcismo on-line. Quisiera proponer eso como primer paso para meter la palabra amor en esta ecuación, para emprender ese camino –si es que existe- hay que dejar la mala fe y dejarnos de reír de quienes pueden ver algo atractivo en nosotros a pesar de nuestras barreras y maldades, y deciden arriesgarse con un pedazo de ellos mismos en la churrasquera. No pidan permiso a nadie para enamorarse, aquí vamos a boycotiar a los culeros, a los que tienen miedo de sentir y se envuelven en pajas,  agárrense de la gente que es gente, tiéndanse una mano entre los feitos y las gorditas, los nerdos y las cayadas, los inadaptados y las perdedoras, los locos y las lunáticas. Tiendan una hamaca y pongan su musicón, no importa si es Smashing Pumpkins u Olga Tañón. Sería muy bueno dejar a  los vampiros, las ninjas, los monstritos y las amantes en serie bailando solos por un fin de semana. No necesitamos de esas mierdas, sucede que nos encanta vivirlas por alguna razón muy sádica y junkie, pero es mental y vale muy poco.

Ahora no estoy libre de pecado, voy cerrando capítulos, pero espero poder continuar compartiendo esto desde la perspectiva de quien va abriendo brecha, vengo cargado de piedras y algunas muladas que quiero ver cuán lejos logro tirar. Por lo pronto les recuerdo que no estoy inventando el agua azucarada, la ventaja de nuestra generación es que ya hemos visto casi todo, y lo que no, ya lo pasaron alguna vez por Mtv. Así que en lo que nos formamos esta ilusa idea de qué putas está pasando, empecemos por el principio, hay que darle cantando, protegerse y sonreír:


Los arbolitos y los pajaritos, chiflando y aplaudiendo, sin perder la escuela, "te lo juro que yo te enamoro":



Es Aguantar

Este caballero montó su estudio cerca del Mercado Colón, me atendió en la calle con unas vibronas, pero me cobró cinco centavos por responder a mi pregunta, una que me tenía ahuevado. Cuando se la solté me contestó sin chistar: "No importa la fuerza de los que metás, si no aguantás los talegazos que vienen, mejor retiráte", sonrió y me extendió la mano. Le dí diez centavos y le pedí vuelto, como no tenía, me cobré con un par de fotos. Se me olvidó preguntarle el nombre.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Guía Práctica Para Sobrevivir al Amor en el Siglo XXI




No he dormido nada en varios meses. Cuando me miro al espejo encuentro una calaca, ojeras viejas y muecas absurdas. Parece que no hay significado de la vida, empezemos por allí, pero hemos venido aquí a dejar algo, un pedazo, una razón para que la pelota siga girando. Debe haberla sin duda alguna, yo la sigo buscando. Amanecí, para variar, en una cama que no es la mía, pero no crean que soy cabrón. Estaba solo, pataleando entre las sábanas hasta que se pasó el efecto de la pastillita azul que me dá Andrés cuando sabe que soy capaz de pasar sentado al pié de la cama toda la noche, mirando la obscuridad, como si hubiera algo allí que pudiera salvarme algún día. Estoy ahora sentado en el silencio, con una cajetilla de cigarros nueva y una cerveza al tiempo que encontré sobre la mesa y sabe como que me la llenaron con agua pura.  Al menos aquí ya me conocen, cuando entro a esta casa me gritan: " hijo de la gran puta".

Hoy les quiero hablar de verdad. He pasado mucho tiempo desnudo en los últimos tiempos, creo que me cansé ya de andar corriendo con un cuchillo entre los dientes, anoche lo dejé tirado, lo hice para hablar claro. Dejé tambien mis lentes en la pista. No vuelvo a esconderme más, y es de esto que quiero hablarles hoy.

Soy un Diantres Schopenulfher, pero mi nombre es Mauro Mendez,  ése es el de verdad, no el que me dió mi madre cuando vine a este país y saqué mi tercer juego de documentos falsos. Mi padre, hasta donde me ha contado el investigador privado que contraté para que me lo encontrara, es un criminal, un ladrón, y un mentiroso. Dicen que es igualito a mí, que somos como un espejo, pero él ya está viejo. Tengo hermanos que no conozco en patrias que no recuerdo. No les puedo explicar cómo se siente no ser de ningún lado, no ser de nadie, pasar navidad sólo, borracho y creyendo que la libertad es importante. Hoy quiero dejarles la mía aquí pegada, como un moco con sangre en una servilleta. Ya no la necesito.

Mi madre se vengó de Álvaro Méndez a través de mí. La vieja disfrutaba abandonarme a la mitad de la noche cuando era un bebé, dicen que me paraba en la cuna y gritaba  y gritaba y gritaba. La obscuridad desde entonces me cuenta secretos, me dibuja dinosaurios, me abre las puertas. Entonces así crecí torcido, violento, con un alacrán en lugar de corazón. Hasta ahora, que voy camino a los 30 y me cansé de tanta mierda.

Les voy a hablar de amor, ahora que ya me conocen. Resulta que todos tenemos bagaje, que todos construimos paredes, que todos tenemos nuestro propio estilo de kungfu. Me dijo Lucía que hay que perdonar a los ninjas, es que era tan buena siendo mala que ya la perdoné. A ella la conocí en una boda, es el tipo de niña que se mira tan inocente que no pude evitar tratar de lastimarla. No me fui de la fiesta hasta que aseguré su contacto, me fui tan feliz porque pensé que podía continuar con mi proyecto impunemente. Les comparto que este año dejé a Laura, la dejé llorando pero agradecida. Cuando recuerdo a esa niña la veo parada en la puerta de mi casa tirándose a mis brazos con un beso y un te amo y un "flaquito" dicho con  tono de "no me dejés nunca". Laura me rescató de mí mismo a los 23 años, me metió a su casa, me dió de comer, me arruyó en las noches y me dio todo, todo, todo. Yo, en cambio, la dejé porque necesitaba aventuras, batallas, conciertos. Porque quería saber a qué saben labios nuevos, porque pensé que mi corazón era tan grande que estaba blindado. Porque empecé a correr, a hacer dieta y acumular musculatura. Porque me compré el carro más grande que pude pagar, 4X4 full time, como el idiota de su dueño. El miedo a las mujeres lo había perdido tomando fotos a modelos extranjeras en bikini, allí aprendí a pedirles lo que quería con un tono ronco y seguro,  que cualquier porquería te la pasan si la acompañás de una sonrisa y un "te mirás preciosa y lo estás haciendo bien". La cosa es creerse vampiro muchá, esa mierda es lo peor. Hoy estoy temblando, llevo semanas tembeleque. Menudo vampirito, de goma y sin dinero. Me acompañé de mis amigos más promiscuos, me tomé la molestia de salir a cazar con cada uno de ellos, pidiéndoles consejos y tips, aplicándolo de una vez en los bares, conciertos y fiestas.  Conseguí un libro que se llama "The Game", maldita magia negra que estudié como si fuese la biblia. Lo peor de todo es que funciona esa mierda, lo que no dice en ningún lado es qué hacer después del sexo. Cuando amanece abrazada a vos en la cama y por alguna razón no querés que se vaya, pero siempre se van. 

Es la historia del cazador novato, se compra un rifle y pasa practicando con balas de 50 centavos, una mañana se pone sus botas y confía en su puntería. Pasa el muy imbécil metido en el bosque hasta que le toca encender la linterna de madrugada, y seguir hasta que mate algo, no tiene hambre el hijueputa. Al cabo de un tiempo algo se mueve entre la maleza, la linterna descubre el resplandor de unos ojos y el bosque retumba de manera ronca y seca. El animal da varias vueltas en el mismo zacatal, patalea, resopla y su corazón se agita porque sabe. El cazador se acerca feliz, al principio, pero el venadito lo mira a los ojos como diciéndo: "¿me mataste?, ¿WTF?"

Consecuencias. Venimos a este mundo donde no hay Dios, ni Estado de Derecho, ni nadie nos va a juzgar. Lo que yo he aprendido es que así no se puede dormir en la noche. Mucha gente puede, o al menos trata, pero no es el chiste.  El cazador entonces duda, saca el cuchillo y degolla al animal. La sangre roja en el pasto verde es lo más parecido que conozco a la navidad. Tiene que, por primera vez, meter el cuchillo y oir crujir la caja toráxica, sacarle las tripas con la mano, colgarlo de un árbol y quitarle el pellejo. Háganse un favor y nunca miren a un venado despellejado colgar de una rama. Esa noche el pisado tiene abrigo nuevo, no tiene frío, no tiene hambre. Pero aprendió que nada cae del disparo al plato. Hay una parte grotezca qué afrontar siempre, y eso nadie se toma la molestia de explicártelo.

Esto es un tema generacional. No soy el único, descubrí al salir a estas calles a ver la orgía, la sodomía, la forma absurda en que todos creen que lo deahuevo es cogerse sin siquiera despedirse. No lo vuelvo a hacer. Esta guía práctica para sobrevivir al amor en el siglo XXI se trata de eso. Esperen la próxima entrega, pero por lo pronto les dejo una recomendación: QUIÉRANSE MUCHÁ, DÉjENSE DE MIERDAS. ESTA VIDA ES CORTA, HERMOSA Y HAY QUE COMPARTIRLA.

jueves, 8 de julio de 2010

El universo de aquí en adelante

Capítulo I  - Tomás y el para siempre


Una papa frita volaba hacia la ventana. La seguían una gota roja y otra amarilla, antes de chocar entre sí,  un movimiento limpio  y rápido las juntó y llevó a la boca, pero la papa no sabía a papa, ni la gota roja era kétchup, ni la amarilla mostaza. Hacía mucho tiempo no existían las papas o los condimentos en el universo, ¿o quizá sí? De cualquier forma, papas, condimentos, playas, selvas, mujeres y hombres eran inalcanzables en este punto del espacio-tiempo. La nave había doblado demasiadas veces la tela del universo como para regresar, y en ese momento, el problema no era volver, sino llegar a algún lado, cualquiera.
¿Qué tal si regresaba a la tierra? Sacó una masa negra del bolsillo, la colocó con la lengua contra su paladar y continuó pensando con los ojos cerrados. – Si alguna vez el caos me lanza de regreso, quisiera estar allí en el preciso momento en que bajen los primeros monos de los árboles, para aplastarlos,  quizás ensartarlos en un palo y asarlos. –  sonrió saboreando la idea, imaginando las criaturas empaladas, dando vueltas sobre una fogata, y la satisfacción de haber evitado todo el horror, tanto maldito horror, el hedor que aun hoy no se le desprende;  la nave continuó girando en el mismo patrón errático. El puesto de mando era un manojo de cables rotos y vueltos a pegar, botones de todos los colores colgaban sobre una silla plástica rota con dos gruesos cinturones dispuestos en cruz. Desde allí, a través de la ventana se miraba arder un sol rojo, absolutamente rojo, en una galaxia donde todas las estrellas eran azules, él buscaba un planeta dónde descender y posiblemente habitar. La tarea era mantenerse vivo el mayor tiempo posible. No poseía la tecnología suficiente como para reproducirse y tampoco le gustaba la idea.

 Aquel lunes 28, cuando bolas de fuego se precipitaban del cielo y la gente gritaba,  los niños morían aferrados a sus padres, los mares hervían y se convertían en lodo, las ciudades ceniza, cualquier rastro de la existencia del hombre y la vida en la tierra desaparecía, y él sentado, esperaba en cualquier momento que las nubes se abrieran y apareciera una luz, una mano, un dedo, una voz… pero nada. Finalmente subió a la nave, esperó con la escotilla abierta mirando hacia afuera, esperó con parsimonia melancólica hasta que la computadora la cerró como una ostra cierra su concha, los motores encendieron y de pronto se vio allí, ante la misma esfera verde y azul de siempre, ahora negra y roja. No trazó rumbo entre  el campo de luces y globos de colores que parecían curvarse en el horizonte, ¿acaso tiene horizontes el espacio? La tecnología espacial fue reinventada cuando el hombre descubrió que el tiempo no existe, que cada momento está congelado y fluyendo a la vez. - Heráclito estaba equivocado -  balbuceaba en televisión el científico que lo había descifrado todo, el idiota que le puso la soga al cuello a su especie, o quizás el redentor que puso fin a una agonía tan larga que amenazaba con ser eterna.

- ¿Quién putas es Heráclito? – se preguntó. Nadie nunca lo sabría, esa información, junto con la raza a la que correspondía,  se había perdido para siempre. El último hombre ahora dormía flotando con los ojos abiertos, amarrado a la consola de su nave con una cinta de zapato.



lunes, 5 de abril de 2010

La orilla misma del mundo



Soñáme aquello que me prometiste. ¿Te acordás? – Con voz ronca, en su ojo una chispa (pedí un deseo) cae hacia el vacío del abismo que existe entre lo que es y lo que debe ser.

- La realidad es como una esposa que no te quiere. - Y  una sonrisita de guasón quiso desdibujar el verdadero sentimiento que le oprimía la respiración, entre el corazón y sus senos de ninfa, donde él imaginaba la orilla misma del mundo. Tirárse desde allí hacia la nada.


- ¿Te acordás? - Insistió.

- When the earth was still flat, and the clouds made of fire, and mountains stretched up to the sky, sometimes higher.- Recitó esa polaroid empolvada, hecha toda sonrisa, acaso haciéndose la loca, sobaba la servilleta como si tuviese ganas de quererla. 


 Él, conteniéndose,   le dio un beso en la frente y fue por otro litro.
 

Sí se acordaba.

Había anhelado desde hace tanto ese momento que lo creyó imposible, que cuando se levantó todo se llenó de la neblina de la madrugada,  la tela negra de los que mal duermen cada noche. La percepción fue raleando cada vez más, hasta que se vio de regreso en su cama, sudado, viejo, gordo, y sobretodo, olvidado.




Platicando con fantasmas, pensó. Frunció el ceño y apretó sus párpados hasta ver figuras, luego tomó un cigarro de la mesa de noches y encendió el televisor.





jueves, 21 de enero de 2010

-------( Hoyo )________



Se abre un hoyo en la pared. Los párpados me arden cada vez que los muevo, la frente me pesa y siento que algo repta dentro de mi cráneo. Acerco mi silla al hoyo, no tengo nada mejor que hacer, me quedo examinándolo en silencio, no me importa de dónde venga, ni de quién o de qué. Es un hoyo nada más, que se agranda y se mueve, cierto. Pero a fin de cuentas, quién soy yo para andar averiguando de dónde vienen los hoyos en el mundo.  Me pesa la piel, me pesan las cejas, las orejas y toso en tos de indigente, con flema seca y pulmones viejos y todo, toso. El hoyo se mueve por la pared manchada y yo, lo sigo. Sube al techo, ahora me mira de regreso, maldito hoyo de mierda. Se abre, la materia se curva y la cal del techo cae en mis ojos. Siento la cal salada mientras las lágrimas no vienen me aprieto con los dedos y se lo digo: hoyo de mierda. No siento sabores, si tengo aliento de cadáver no lo sé, no siento nada, sólo los huesos de mi culo cansado en la silla dura y la mirada del hoyo que me está empezando a angustiar. Baja por la pared siguiendo todas las grietas a una velocidad precisa, como reloj, como calendario, si midiera la distancia que cubre el hoyo de arriba para abajo y  de izquierda a derecha en determinado lapso, tendría un reloj que mide el tiempo en dos planos. Quizás mediría otra cosa, algo absurdo como las ganas que tengo de ver a alguna persona que no recuerdo, o algo vital… tal vez el hoyo ha venido a medir y graficar una variable de lo más importante para el desarrollo de mi existencia. Como la dirección y velocidad precisas en las que tengo que caminar para que la tierra orbite debajo de mí, suspendido en el espacio para siempre. Me levanto y lo sigo. Hoyo de mierda este, desde el suelo parece que una fibra de luz empieza a brotar de su centro, un reflejo mancha su orilla irregular y se libera proyectándose entre el polvo de la oscuridad, no lo sé, está demasiado oscuro como para verla, la fibra que parece irse o venir no me deja concentrarme. Tengo  una sensación caliente en el cuello y los pies, cuando no me he bañado la mugre se asienta de manera caliente en ciertas partes de mí,  y cuando me froto con los dedos siento el calor mugre en mi mano, lo limpio en mi pantalón y vuelve a aparecer en mi cuello. El hoyo mierda en el suelo ya no se mueve, la tierra me saca ventaja y nunca la alcanzaré. La luz en cambio, ya se siente zumbar, a lo lejos trae un sonido electroestático, giro mi cabeza para seguir el haz de luz con la misma parte de mi córnea, muy importante, debo exponer la misma sección de mi ojo a la misma sección del haz para poder verlo bien, absorber sus fotones – si es que tiene- durante una exposición prolongada sobre mis nervios, sino no tiene chiste, un momento no basta para ver al hoyo y entenderlo. Pero no se mueve, ¿acaso también el tiempo se detuvo? Debo mirar al hoyo de frente, ver el origen del haz verticalmente, hacia abajo. La luz tiembla cuando me incorporo, parece tener miedo. El polvo cambia de colores y me parece ridículo, como luces chinas, ¿pero es que tendrá miedo? Siento los dedos dentro de mis zapatos, me duele la planta del pie y la suciedad caliente es pastosa, toso. Cuando me inclino sobre la luz la culebra en mi cráneo se retuerce con fuerza,  algo por dentro de mí se desprende del puro dolor seco y punzocortante que se mete por mi sistema nervioso, crujiéndome los huesos como en una mañana después de haber dormido por siempre y siempre. El hoyo se retuerce y la luz se desvanece y el polvo se asienta y no hay nada en el piso, ni en la pared, ni en el techo.



lunes, 19 de octubre de 2009

Muerte a Schopenulfher




¿Cómo fue que un día empecé a escribir y lo que decía quedaba pegado a la página como los pequeños pegostes de pajita sobre las sábanas? ¿Cómo sería si un día simplemente no existiera? Creo que estuve cerca, creo que el silencio es un círculo vicioso que me caerá de lo más bien cuando esté resignado. Pero creo que todavía no, hoy no.

Hoy quiero hacer mi pataleta, aunque fuese la última.

Voy a quitarme los cheles de los ojos. Cuando deje mi puro a un lado tal vez pueda pensar en algo mientras me limpio la mierda del zapato y eche a caminar. Tal vez la mierda me persiga, seguramente se sienta sola sin mí.







viernes, 4 de septiembre de 2009

Conversaciones con María Utopía



Vos que podés, escribí algo por la vida.  Y dos ojotes me quemaron a la luz de la su expectativa. ¿Quién te dijo que puedo?, pasa que a veces quisiera. Me defendí, aun sabiendo que no tenía más remedio.

Escribí algo que alumbre, que suene, que siembre.

¿Que le escriba una puerta a esta pared? No puedo.

Pero escribí algo, no te quedes parado tomando cerveza cantando entredientes canciones que no cambiaron nada.

A ver, qué querés que te escriba?

Algo de verdad, que me haga sentir calorcito en la boca del estómago, que me ayude a levantarme en la mañana y que evite que me aruñe dormida.

No puedo, no puedo escribir pan para la mesa, de la tinta no saldrá marchando nadie. No entendés vos para qué se escribe.

Su cara se arruga como que va a estornudar y se da la vuelta, recogiendo su expectativa y guardándose el sentir. No escribás nada pues.

No me entendés. Es que no puedo.

Ya te dije que no me importa, guardá tus apuntes y tomate otra cerveza, chupá hasta que cagués sangre. Fumáte otro porro a ver si miras algo, que últimamente no me traés claridad. Pasás con tus alas de cucaracha, con tu pipa viendo al suelo. Dáte gusto contra vos mismo, total, seguro vas a salir ganando.

Seguís sin entenderme, es que puedo escribir de selvas con monstruos y sirenas bien putas. De alacranes con disfunción eréctil, de huracanes y naufragios. Puedo escribirte las noticias con comentarios recalentados. Puedo escribir poemas, eso sí que no se traten de amor, por que eso ya no existe. Puedo contar de los ruidos que hacés en la cama o lo que miro por la ventana. ¿De eso querés?

No. Quiero que escribas por mí lo que no puedo.

No puedo escribir que no han caido las bombas, no puedo. No puedo desmentir que el hombre es tambien lobo y es tambien mono. Que Dios no es también diablo... que no hay nada …

Si no podés, tratá que me tenés cansada. Si no vas a escribir, agarrrá tus mierdas y andáte que para compañía tengo con el gato. Yo creí que eras más gente. Ahora resulta que sos igualito a todos, resignado y sin nada que decir.

Te volvíste loca pisada, está bien. Pero eso sí, el misho es mío, yo le doy de comer.

 ¡Jamás! ¿Quién le ha limpiado la mierda todos estos años?

¿No te has dado cuenta?   Eso no importa, aquí la mierda es colectiva.

Un hombre sabio

 

Fotografía que tomé el otro día frente a una iglesia de mi ciudad. 
A este broder le hicieron una estatua - prestá atención -,en ella aparece “el indio” a sus pies dispuesto a aceptar un dios, la cabeza de un ídolo cortada y en el suelo. Pero no es eso lo que trato de decirte, le hicieron una estatua que simboliza la conquista de una idea sobre otra. La imposición de la fuerza sobre la verdad. Cada cual tiene su verdad y te diré, ya que tenés la tuya,  que la historia la escriben los vencedores y que  la fuerza violó a la verdad brutalmente, sacándole sangre y dejándola agonizante. El hijo bastardo que resultó, el sistema de ideas y creencias que por alguna razón resulta incuestionable.

Si la mitad de los ideales sobre los cuales se fundamenta este nene no fueran tan artificiales, habría una estatua de un hombre libre en ese parque, con la frente en alto y la cabeza del fraile a sus pies. Ese sí sería un monumento.

Porque aquí, mientras la gente pasa sin analizar por un segundo lo que está viendo,  las familias se persignan frente a ella antes de entrar a la iglesia. Espero el  día - porque vendrá sin duda - en que se pregunten si esta vida vale la pena. Yo estaré fumando mi pipa con la respuesta que se merecen en la punta de la lengua: ¿Por qué dudaste, hombre de poca fe? 

Pero no se trata de religión, ni de política siquiera, supongo que en la complejidad del hombre radica una cierta metaescencia. Pero no es eso lo que trato de decirte.  

Sigan así, que los conquistarán de nuevo. Sigan así que los conquistan a diario, con melodías taradas, con una educación mutilante, con ideas-espejito, con stars and stripes, con trabajitos de mierda, con tarjetas de débito y tetas plásticas. ¡Con pollo frito y fútbol, coño! Entre mil y un inventos para mantenerlos idiotizados y produciendo.

Mi verdad acorde a esa realidad - la que nadie me está pidiendo-, la encontré cuando visité a un hombre sabio durante una crisis existencial adolescente. Lo que me dijo durante aquel  viaje inducido por sustancias:

“¿Buscás libertad?

Matá la cosa que más amas y luego entregáte a tus miedos más profundos.”

Yo también quisiera que fuera distinto, pero me he quedado sin sugerencias. Hoy no me siento bien. Ahora, si me disculpás, necesito ir por un trago.